jueves, 14 de enero de 2010

PAPELES PÓSTUMOS DEL CLUB PICKWICK

De Charles Dickens he leído Oliver Twist, Canción de Navidad, algunos Cuentos de terror, Historia de dos ciudades y la mitad de Grandes Esperanzas. Tengo que confesar que no soy fan de Dickens y rogar el perdón de sus seguidores. No me parece malo (al contrario, decirlo sería tonto): simplemente no es mi taza de té. Pero El Club Pickwick me pareció prometedor simplemente por ser cómico. Así que emprendí mi búsqueda en esta ciudad en donde nunca tienen los libros que quiero leer y finalmente lo encontré de la editorial que había jurado nunca comprar. En fin: beggars can’t be choosers.

El libro se centra en las aventuras de Mr. Samuel Pickwick y sus colegas mientras exploran la sociedad victoriana de la época y la naturaleza humana. Este es un libro escrito por entregas, por lo que es similar en su estructura a la novela de folletín. Algunos capítulos son autoconclusivos aunque siguen en general episodios particulares de los descubrimientos del Club Pickwick.

De entrada, Papeles póstumos del Club Pickwick me pareció muy lento. Me tuve que esforzar para seguir leyendo, hasta que por fin, alrededor de la página 100, mis esfuerzos fueron recompensados y me clavé en los líos amorosos de Mr. Tupman. Sinceramente, no estoy segura de si me gustó el libro. A veces me reí mucho con las ocurrencias de Mr. Pickwick y otras me parecía muy estúpido para ser alguien tan inteligente (lo cual era el punto, lo se, pero no es de mi gusto). Sin embargo, me da la sensación de ser uno de esos libros que dan una excelente lectura ya que uno los conoce y los abre al azar, sobre todo antes de dormir, ya que la historia es sencilla, sin pretensiones, con un toque jovial y sincero que me puso de buen humor.

Y de nuevo gritó la multitud cual si fueran sus pulmones de hierro fundido guarnecido con nervios de acero.
-¡Siempre Slumkey!- rugió la multitud.
-¡Siempre Slumkey!- coreó Mr. Pickwick quitándose el sombrero.
-¡Nunca Fizkin!- gritó la multitud.
-¡Nunca!- respondió Mr. Pickwick.
-¡Hurra!
Vino después otro espantoso rugido, semejante al que produce toda una casa de fieras cuando el elefante toca la campana para el fiambre.
-¿Quién es Slimkey?- preguntó Mr. Tupman.
-No lo sé- replicó en el mismo tono Mr. Pickwick-. ¡Chist! No pregunte. En estos casos lo mejor es hacer lo que hace la multitud.
-Pero ¿y si hubiese dos multitudes?- sugirió Mr. Sondgrass.
-Pues se grita lo que grite la mayor- replicó Mr. Pickwick.
Cien volúmenes no podrían decir más.


Para finalizar, debo decir, los cuentos pequeños insertos en la narración principal me parecen una genialidad. Definitivamente es un libro que vale la pena hojear.

Editorial: Alianza Editorial (Madrid)

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