jueves, 5 de agosto de 2010

The Borrowers

MARY NORTON

La verdad llegué a este libro a través de Miyazaki y estudios Ghibli, cuando me dediqué a stalkear su última película Arrietty the Borrower. Como ya ha pasado con algunas películas de Miyazaki (como Howl’s Moving Castle) ésta está basada en un libro, que evidentemente tuve que agenciarme.

El libro trata de una familia de Borrowers (no, no latinizaré el término), pequeñas personas que viven en las paredes, techos y suelos de las casas ‘pidiendo prestados’ objetos para construir su casa. Los protagonistas de la historia son Pod, Homily y Arrietty Clock, que se hacen amigos de un niño que los descubre. Y eventualmente los descubren, pero no arruinaré el final.

Tengo dos impresiones mezcladas de este libro. La primera es que es fabulosamente bonito y estoy segura de que ya lo conocía. Igual que El viento en los sauces. Es decir, había una serie de televisión similar que recuerdo vagamente de cuando era pequeña pero no estoy segura de que sea eso. Me trajo muchos recuerdos que no recordaba (valga la redundancia). Todo esto de las personas pequeñas viviendo en las paredes, construyendo hogares de objetos nuestros… eso era algo con lo que jugaba de niña. Mi segunda impresión es que es un libro triste: no se sabe qué pasa con la familia Clock al final. Por lo menos a mi me causó tristeza, tengo una relación amor-odio con ese tipo de finales. Amé a Arrietty, por cierto.

Recomiendo muchísimo este libro. Insisto en que es muy bonito, y hay algunas partes que hacen pensar mucho. Por ejemplo, el concepto de que los Borrowers no tienen nada (tienen una vida prestada; hasta nombre que no es ‘real’), la naturaleza de su estatura (el niño dice que se hicieron pequeños por tener miedo) y la manera en que se aferran a que son el centro del mundo, son cosas que me sorprendieron agradablemente. Estoy, como se dice, fascinada. Mi infancia me empuja a que recomiende este libro obsesivamente.

Editorial: Hartcourt
Recomendable si te gustó: La señora Frisby y las ratas de Nimh de Robert C. O’Brien, La casa del fin del mundo de Mónica Dickens, El viento en los sauces de Kenneth Grahame.

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