martes, 9 de febrero de 2010

The Ballad of Reading Gaol

OSCAR WILDE


Siempre la anécdota primero: todo el que me conoce sabe bien que soy anti Oscar Wilde. El fantasma de Canterville es lo único que me gusta –y porque cualquier cosa que tenga como protagonista un fantasma, no importa qué sea, seguramente me gustará. Desde muy chica detesté el cinismo de los cuentos de Oscar Wilde.


Pero un día acaeció que estaba yo pacíficamente en mi parte favorita de la biblioteca –esa que nadie sabe que existe y en donde siempre hay un silencio profundo – cuado vi una pila de libros en mi mesa. Uno de ellos, el que estaba más lejos de la pila, era verde y delgado; no tenía una portada que yo reconociera de alguna editorial. Por lo que, como es natural, lo tomé y lo abrí al azar. Lo que leí fue lo siguiente:


I never saw a man who looked

With such a wistful eye

Upon that little tent of blue

Which prisoners call the sky,

And at every wandering cloud that trailed

Its ravelled fleeces by.


Y me enganchó. Inesperadamente (para mi) me traumó y tuve que pasar dos días investigando la vida de Oscar Wilde para darme cuenta de que es el tipo de persona que no soporto. Sin embargo… pensar a una persona sensible como él, encerrada por la razón de ser homosexual, imaginármelo escribiendo a escondidas, mirando el cielo, roto y patético y miserable… de alguna manera me dio lástima. Así que leí.


Hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas.


No voy a justificar lo que dije arriba. Oscar Wilde es patético. Si hubiera sido yo, no me hubiera roto por cosa semejante, al contrario, hubiera sobrevivido con el rostro en alto sólo para no darles el gusto. E, insisto, aún así hay algo de desgarrador en La balada de la cárcel de Reading. Dolor, soledad y arrepentimiento que no se pueden ignorar. Son las cosas que me gustan contra mi voluntad las que mantengo más cerca de mi corazón.


Yet each man kills the thing he loves,

By each let this be heard,

Some do it with a bitter look,

Some with a flattering word.

The coward with a kiss,

The brave man with a sword!


Habla sobre tantas cosas diferentes al mismo tiempo, que incluso puedo ignorar las alusiones religiosas al final.


Editorial: poesía Hiparión, España-Unión Europea (así dice)

Traductor: Jesús Munárriz. Lo importante de esta edición es que es bilingüe, vale la pena.

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